Ha sido una buena experiencia. Fue una ruta circular. En la vuelta nos pasó algo curioso, teníamos que seguir una senda marcada con unos círculos rojos, que tenía cierto desnivel y con bastantes curvas en el camino. Las jugadoras a las que cedimos la responsbilidad de guiar tomaron la decisión de recortar y salirse del camino. Atajar. Lo hicieron porque era más divertido, más riesgo. "Molaba" más lanzarse ladera abajo entre árboles. Pero nos perdimos y nos salimos de la senda marcada. Se alargó la marcha unos 45 minutos más.
El hecho en sí no es importante, pero me dio que pensar. Muchas veces en baloncesto, y en general en la vida, queremos recortar el camino, saltarnos pasos, y con eso conseguimos, más que llegar antes, llegar más tarde y mal. Todo fundamento en baloncesto tiene su proceso. No creo en esos que dicen que el partido es el examen de la semana. Para que un fundamento se asimile tiene que conseguir realizarse en situación de partido y de manera inconsciente. Hasta ahí, hay un largo camino que recorrer, y si atajas, probablemente, te pierdas y no sepas llegar.
Hay que saber cuándo te separas del camino y acortas para llegar antes. Y tener un motivo. Y en la vida igual, hay que tener paciencia. Hay que hacerse amigo del tiempo.
Ya estamos programando la siguiente. Esta vez queremos hacer una cima. Ya os contaremos el próximo 28 de junio.